En ésta ocasión no realicé un retrato própiamente dicho. De alguna manera usé su rostro, su mirada, para transmitir una idea que no tiene porque tener algo que ver con él, sino más bien quizás con el espectador. Es alguien encadenado, rodeado de fuertes cadenas que le impiden moverse y la cerradura de su liberación está en su propia mente; pero sólo si se mira sinceramente en un espejo lo podrá descubrir.
La dos imágenes que siguen hablan de nuestra posible doble personalidad escondida. En ocasiones la toleramos y en otras nos agujereamos los ojos para no poderla ver.
Al final, con la fuerza suficiente, podremos romper las cadenas, y con un poco de suerte (si nos lo permiten) salir del túnel que nos envuelve.
Gracias Dani